los varones, la ciencia y el problema del tamaño
Algunos lectores señalaron, en la última entrada, que Ensayo y Error es un blog de ciencia. Y es oportuno recordar que la ciencia ya se ha ocupado de algunas cuestiones del sexo para hacer que los hombres estén un poco menos ansiosos.
En junio de 2007, los médicos Ian Eardley y Kevan Wylie del Reino Unido intentaron dar calma a los hombres del mundo que están preocupados por la cuestión del tamaño. Revisaron 12 trabajos científicos publicados sobre la preocupación masculina desde 1942 en adelante.
Detallaron que la preocupación atraviesa distintas culturas. Los Sadhus en la India (que practican el yoga) usan pesas. Los varones de la etnia de los Dayak en la isla de Borneo, en el sureste asiático, se hacen un piercing. Y los Topinama de Brasil permiten que los muerda una serpiente venenosa para obtener un alargamiento después de 6 meses.
Eardley y Wylie difundieron un estudio anterior por el cual se entrevistó a más de 52.000 hombres y mujeres heterosexuales y las diferencias de percepción quedaron expuestas. El 85 por ciento de las mujeres estaban satisfechas con el tamaño del pene de sus parejas, pero sólo el 55 por ciento de los hombres lo estaba. El 45 por ciento de los varones quería algo más grande.
El problema ya recibió un nombre en el terreno de la urología: se lo conoce como "síndrome del pene pequeño", y se sabe que es más común en varones con tamaños normales que en aquellos con extensiones menores a 7 centímetros (es decir, muchos se hacen problema por un problema que no tienen).
Los autores del trabajo (que fue publicado por la revista BJU de la Asociación Británica de Cirujanos urológicos y la Sociedad Urológica de Australia y Nueva Zelanda y puede leerse en inglés aquí) también aportaron advertencias para aquellos que creen que algunos dispositivos que se publicitan pueden "ayudarlos". Consideraron que la evidencia sobre la efectividad de los dispositivos de bombas de vacío, extendedores y aparatos de tracción es limitada. Y las cirugías, hasta ahora, no serían la panacea. Sus resultados están pobremente reportados y pueden traer complicaciones. Ni tampoco -alertaron- hay datos de eficacia demostrada sobre la mayoría de las píldoras y las lociones que se ofrecen por Internet.
En cambio, Eardley y Wylie sí aconsejaron cuál debe ser la primer estrategia para enfrentar al "síndrome": una evaluación urológica, psicosexual, psicológica y psiquiátrica que podría incluir a más de un médico. Antes que pasar por un quirófano o probar aparatos extraños, sugirieron pasar por el consultorio de un/a psicólogo/a.
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