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Hablame, susurrame
Más de uno sentirá que puede sacarse un peso de encima por las tantas veces que le dijeron: "Vos no me escuchás, no prestás atención a lo que te digo". Y todo por un estudio británico que reveló hace unos días que, efectivamente, ellas son capaces de agotar el cerebro del hombre con sus extensas parrafadas, triturarlo casi. La investigación, que finalmente llegó para salvar el honor masculino, fue publicada en una revista científica y recogida por el Daily Mail. Y ya se sabe de la seriedad de los diarios.
Los datos permiten inferir que si se atara a un hombre frente a un grupo de féminas, fácilmente podrían hacerle estallar la cabeza. Ciencia ficción pura. Como si no fuera suficiente que anden por allí algunas señoras de afilada y temida lengua, ahora resulta que las mujeres también tienen una voz con sonidos más complejos y destructivos. Y además, parece ser que el tono suave y melódico, con las debidas excepciones que las hay, lleva al hombre a desconectarse. Todo por una razón fisiológica.
Así queda demostrado que no se trata de una descortesía la dificultad de los varones para mantener una conversación larga con ellas. Pero ahí están los psicólogos salvadores que aconsejan intentar charlas cortas para que ellos no se cansen o desconcentren. Y cualquiera se pregunta si esa será la técnica de algunos jeques cuando son rodeados por su harén. Aunque no faltarán los maliciosos que digan que no están allí para conversar, pero, ¿quién sabe? Después de todo, cualquier relación que se precie necesita de diálogo, contención, apoyo mutuo. Acaso convendría más intimidad. Si ellas les susurraran a sus hombres las inquietudes al oído, en una de esas resultaría más fácil ponerse de acuerdo. Y el trámite no tendría por qué ser breve. Para nada.
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