"Yo, vos sos vos, yo no estoy para cumplir tus expectativas y vos no estás para
cumplir las mías, si en algún punto o en algún momento nos encontramos es hermoso, si no, no puede
remediarse. Falto de amor a mí mismo cuando en el intento de complacerte me traiciono, y falto de
amor a vos cuando espero que seas como yo quiero en ves de aceptarte tal como sos". La frase de la
Gestalt pone sobre el tapete los vínculos signados por la búsqueda de perfección en los otros como
un modo de incluirlos y aceptarlos, postura que excluye y rechaza a todos los que no responden a
nuestras expectativas.
La crítica como resultante de la búsqueda de la perfección muchas veces provoca
estrés. Entonces, ¿porqué hay que hacer todo bien?; ¿quién lo está señalando? Quizás se pueden
considerar algunas cosas o aspectos en la vida que se quieren hacer lo mejor posible. Pero en la
mayoría de las actividades, tener que hacerlas lo mejor posible, o incluso, tener que hacerlas
bien, significa poner un obstáculo a la posibilidad de hacer y de disfrutar.
"En lugar de proponerse hacer lo mejor posible simplemente habría que hacerlo y
disfrutarlo. El hacer es más importante que el triunfar. Si se confunde el propio valor con los
fracasos se evitan las actividades en las que no se logra sobresalir. Y lo que es más peligroso
aún, podría ser que se desarrolle poca estima buscando la constante aprobación de los demás,
generando sentimientos de culpabilidad y auto rechazo. Si no se tienen fracasos es porque uno se
queda en lo que le sale bien sin explorar lo desconocido", sostiene la psicóloga gestáltica
Gabriela Murgo, quien estuvo en Rosario ofreciendo una charla vivencial interactiva sobre el tema
en el salón de eventos de Por Siempre Radio.
La persona hipercrítica se caracteriza por tener un intelecto muy desarrollado,
sin embargo, esta facultad puede convertirse en arrogancia o soberbia. "Se habla de crítica
constructiva y destructiva —dice Murgo—. La primera surge del amor que nos lleva a
servir al prójimo y ayudarlo, la otra nace del ego, de la necesidad de sobresalir", dice la
psicóloga, y agrega: "en personas con una excesiva necesidad de perfección, la crítica puede
aparecer como intolerancia".
La crítica aparece también como un mecanismo de defensa en aquellas personas con
miedo al rechazo. Cuando se critica se desvaloriza lo que no se acepta de cada uno. Según la
psicóloga "este miedo aparece porque hay una carencia de reconocimiento y /o estimación que pide
ser resuelta; el miedo es directamente proporcional a la carencia", dice.
Los que funcionan por el miedo al rechazo terminan por alejar a la persona que
los quiere boicoteando la relación (abandonando o rechazando antes de que este fantasma aparezca) o
bien se rodean de personas que los desvalorizan.
Para Murgo el origen del problema "está en la estima de uno mismo" que puede
originarse por no haberse sentido completamente valorado por el padre, madre o amigos, o por una
experiencia traumática de rechazo en la niñez (burlas, aislamiento social o abandono).
"Lo que ayuda a romper el círculo de la crítica destructiva es desarrollar la
aceptación compasiva. Si lo que se desea es ser aceptado, criticar es un obstáculo para que ello
ocurra", afirma Murgo, y aconseja que antes de criticar al prójimo "hay que hablar de los propios
errores". Por ejemplo, dice, "cuando se reta a un hijo pensar en lo que hacía cada uno a esa
edad".
"Si pretendemos ayudar a otros, debemos observar lo bueno que tiene la persona.
Desde ese lugar puede crecer", subraya la psicóloga.
Enojo pasivo
Cuando los vínculos no responden a las expectativas que previamente le habíamos
asignado, generalmente pueden aparecer enojo, queja o indiferencia. Distintas maneras de no aceptar
al otro. Es aquí cuando debemos observar los modelos que impiden el encuentro verdadero con los
demás.
"Cuando nos enojamos es porque tenemos una baja tolerancia a la frustración que
genera ese otro diferente. También pueden aparecer resignación, apatía o indiferencia, que en
realidad se trata de un enojo pasivo. Muchos creen que resignarse es aceptar y en realidad como no
puedo cambiar al otro ni tampoco el vínculo, me desapego y me desconecto para no sentir el enojo,
pero eso no es aceptar. El camino de la aceptación implica poder abrazar al otro tal cual es",
afirma Gabriela Murgo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario