Con los años, esa disparidad alimentó la guerra de géneros en público y en el hogar y, a menudo, sobre una pila de platos sin lavar. Pero ahora nuevas investigaciones indican que los padres están luchando tanto y a veces más que las madres para cumplir con sus responsabilidades en el hogar y en la oficina. La semana pasada, el Boston College dio a conocer un estudio llamado "El nuevo papá", en el que sugiere que los nuevos padres enfrentarían un sesgo sutil en sus trabajos: no se reconoce su avance en las responsabilidades familiares y se presume que los hijos no los afectan. Además, en las parejas que trabajan, el 59% de los padres sienten algún nivel de "conflicto trabajo-familia", comparado con el 45% de las mujeres, según un informe de 2008 del Instituto de las Familias y el Trabajo, de Nueva York.
El trabajo destaca los desafíos paternos. Los hombres son la principal fuente de ingresos en el hogar, pero también sienten cada vez más el deseo de pasar más tiempo con sus hijos. Para eso, primero tienen que moverse en un mundo laboral que tiende a no concederles tiempo libre por
motivos familiares. Y deben negociar con una esposa que no siempre les reconoce su aporte al hogar.
Es un indicador muy sensible de la aparición de un nuevo ideal: el del padre presente en la crianza, no simplemente proveedor."
El estudio del Boston College identificó que cuando los hombres necesitaban llevar a sus hijos al médico o ir a buscarlos a la guardería, tendían a hacerlo de manera "solapada". Esa actitud no
partiría del sesgo en la oficina, sino de su ingreso a un territorio extraño y atemorizante. "Es un nuevo conflicto para los hombres, que lo perciben más grande de lo que lo percibiría una mujer -sostiene Ellen Galinsky, que preside el Instituto de Familias y Trabajo-. Las mujeres hacen esas tareas desde hace más tiempo y tienen más modelos de ese rol." Y no ayuda que el trabajo demande cada vez más tiempo. En 1970, la mujer se quedaba en casa en dos tercios de los matrimonios. Hoy, en el 40% de las parejas, uno de los dos se queda en el hogar para organizar las tareas domésticas. Las parejas trabajan unas 63 horas por semana, a diferencia de 52,5 en 1970, según un informe de 2009 de la Universidad de Georgetown.
Los hombres estarían más estresados, pero díganselo a sus esposas.
Aunque ellos pasan la aspiradora y lavan más los platos que su padres no lavaban, no logran acercarse a las mujeres cuando se trata de las tareas domésticas. Cuando ambos trabajan fuera del hogar, la mujer dedica unas 28 horas a esas tareas. Su esposo, en cambio, no supera las
16, según la Encuesta Nacional sobre la Familia y el Hogar, realizada por la Universidad de Wisconsin.
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