6/14/2009

El Principe Azul que con el tiempo destiñe y la Princesa con el tiempo se vuelve Bruja

Esta es una mirada sobre la separacion, la soledad, los desencuentros que representa a un tipo de mujer, en una cierta edad. Fue publicada en La Capital de Rosario.

La otra cara es la de las mujeres que han llegado a la conclusion que es mejor la vida con las amigas y un hombre " de vez en cuando", acaso los hombres no enfrentan la misma disyuntiva?

solo que los hombres conciben la amistad con otros hombres basados en otros criterios (compartir actividades, pasar juntos tiempos de "hacer cosas",) solo en situaciones de mucho dolor los hombres se encuentran comodos compartiendo sus sentimientos con otros hombres...

no es conveniente hablar de "los hombres" y de "las mujeres" a la ligera, aunque investigadores como deborah tannen muestren que las diferencias culturales son tan profundas que lo que llamamos "dialogo" mas se parece a una "traduccion". (comentarios de saul fuks)

El príncipe azul que con el tiempo destiñe

Nacemos solos y morimos solos. La frase es contundente y difícil de refutar. El problema es que esta soledad también se ve ahora en el maravilloso e intrincado tránsito entre el nacimiento y el fallecimiento de cada persona. En este principio de siglo hostil, parece que la soledad golpea más. Antaño aquella persona que no formaba familia era de algún modo mal mirada, en el mejor de los casos, con pena, sin embargo en estos tiempos el “soy sola o solo”, pareciera un orgullo. En Rosario funciona un grupo de amigas que se autodenomina Las Divorciadas de Siempre. “Se me ocurrió llamarnos así para ponerle un poco de humor a la situación”, afirma Daniella, 54 años, profesional de la salud con dos hijos, que en este momento no están en el país. Para ella el no tener pareja no es un orgullo, aunque admite que no repetiría sus parejas del pasado (se casó dos veces).

El mote de “siempre” viene a cuento de que ella misma y sus amigas están separadas desde hace mucho tiempo (entre ocho y diez años, aproximadamente). “Se me ocurrió lo de siempre para no dar tantas explicaciones sobre el tiempo transcurrido en soledad”, confía. De todos modos, ella y sus amigas, a pesar de la humorada, no hacen gala de su situación de solas. “Creo que quien lo hace está tapando la soledad”, advierte. “Si la mirada de un hombre te hace mal, cambiá el hombre pero buscá una nueva mirada”, sentencia. Con sus amigas salen y también miran. Pero Daniella entiende que sobre todo algunas tienen un nivel muy alto de expectativas a la hora de salir con un hombre. Algo así como el Príncipe Azul. “Enseguida por algo que dice o hace, se desecha un hombre”, aclara. En ese marco admite que los hombres son más reacios a hablar de la soledad o de lo que les sucede con esta condición. “Lo de internet no me resulta, a veces juego pero nunca concreto nada, me parece todo tan frío, no me gusta”, relata. De todos modos, reconoce que los “touch” o encuentros sexuales sin compromiso están permitidos en determinadas circunstancias. “Son momentos nada más y está bien”, afirma, y luego comenta que también conoce a mujeres que aceptan salir con hombres casados.   “A mi edad busco otro tipo de pareja, puede ser que cada quien mantenga su casa y evitar la convivencia”, aclara. Y como para dar un ejemplo comenta que ahora se va de viaje para conocer un nuevo nieto, y después a visitar a su hermana en los Estados Unidos. “Si en el viaje tuviera un compañero tanto mejor, pero no lo tengo”, admite.    Así las cosas, ella y sus amigas siguen buscando, quizá alguna de ellas, Daniella incluida, pronto deje de ser de las divorciadas “de siempre”, y encuentren ese hombre para compartir el futuro que les queda, ya después de los 50.

Amor líquido

El filósofo Zygmunt Bauman, octogenario y casado desde siempre, se ha preocupado por el tema y ya tiene varios libros que han recorrido el planeta. Uno de ellos es “El amor líquido”, donde sostiene la falta de compromiso entre las personas, que mantienen relaciones con la misma rapidez que funciona la tecnología. El amor líquido vendría a ser la “transa” de los adolescentes o el “touch” para los más adultos. Bauman sostiene que la palabra relación encierra comprensión, amor, amistad, disenso y respeto; y que probablemente sea esto lo que aterroriza a las personas, ya que mantener una relación necesita de renunciamientos o de pactos. Y sobre todo, de compromiso. Aunque advierte que la sexualidad en los seres humanos es uno de los puntos que apareja y que hace que las personas se acerquen aunque más no sea una noche.

  El mercado encontró la brecha para sacar provecho de estas soledades urbanas. De este modo se ofrecen desde viajes especiales para solos y solas, boliches, fiestas, programas de radio y televisión. Y si bien el fenómeno es global no podemos obviar a uno de los precursores de estos servicios: Roberto Galán con su inefable “Yo me quiero casar, y usted?”.

INDEPENDIENTES CON CAMA AFUERA

El tema de la soledad también incluye a las jóvenes ya adultas, de 30 para arriba. María Inés, 30 años y sola, admite que en muchas oportunidades ha estado "al palo", lo que le impidió formar una pareja. Ella es docente y ansía ahora, que tiene su vida más o menos encaminada, encontrar un alma gemela. "No me gusta eso de decir soy sola, pero la verdad es que de la mayoría de mis amigas lo están, o con encuentros esporádicos o separadas después de convivir un par de años con alguien", advierte. Ella y sus amigas, cuando tienen tiempo y ganas, van hacia el encuentro de un hombre que puede ser una compañía breve o transformarse en un noviazgo. Pero esa realidad que se vive a los treinta y pico, no deja afuera a las de 50 o más y aquí las opiniones se dividen.

Quienes han tenido malas experiencias no quieren ni oír hablar de otra pareja, pero están aquellas que le han dado una vuelta de tuerca y transformaron al matrimonio en una pareja "cama afuera".

Ese es el caso de Liliana, 55 años, cuatro hijos y 18 de casada con su segundo marido. Ella encontró su lugar en el mundo hace cuatro años cuando se separó de Tito, su marido. La cuestión es que al tiempo comenzaron a salir y ahora están de novios. "Sentía que me ahogaba, que me oprimía, por eso me separé. Ahora tengo mis espacios propios y estoy feliz", dice Lili, como la llaman sus conocidos. Lo cierto que ella aún siente los malsabores de la convivencia. "Todos los tipos quieren que limpies y que te ocupes de todo. Qué felicidad es cocinarme, limpiar cuando quiero. A la convivencia no vuelvo, sigo así de novia", asevera. El noviazgo además tiene sus encantos ya que ambos deben viajar cada 15 ó 20 días para estar juntos lo que les permite un encuentro lleno de experiencias para compartir. "Es un gran amor, pero cada cual en su casa. Es lo mejor que nos ha pasado en estos años", afirma. Incluso los defectos de su marido-novio han "aflojado": Tito era un celoso de aquellos y ahora no, y lo mejor de todo es que cada uno tiene sus espacios.

Para María Susana, 64 años, profesora de letras, la soledad es su mejor compañía. Tuvo dos matrimonios y tres hijos. "Estoy muy pero muy bien, disfruto mucho, tengo mis hijos, mis nietos, siempre fui muy madraza y eso llena mucho mi parte afectiva", asegura. Claro que no todo en su vida tiene que ver con el rol de abuela. María Susana tiene inquietudes que tienen que ver con la escritura, además de su pasión por la lectura. "Siempre estoy haciendo un curso. También tengo amigas con las que nos juntamos, y sólo una de ellas ahora está de novia y está chocha", comenta.  En ese marco, asegura que “hoy por hoy” está feliz sin pareja pero no descarta que en algún momento sienta necesidad de estar acompañada. “Hago lo que quiero. Primero fueron mis padres, luego mi marido y los hijos... estás pendiente de ellos dando explicaciones por la demanda permanente que supone una familia. Eso para mí se terminó, no tengo que rendirle cuentas a nadie”, relata.
   Ambas mujeres tuvieron hijos cuando eran jóvenes, y a la vez desarrollaron sus profesiones, cuestiones difíciles de equilibrar.

mensajes contradictorios

“Yo soy de la idea de que una mujer necesita un hombre”, dice sin prejuicio Beatriz Goldberg, cuyo último libro se denomina “Me separé y ahora qué”. Allí la psicóloga alienta a las mujeres que no son felices en sus matrimonios a terminarlos. Y, para eso, trata de convencer a sus lectoras que “toda crisis es una oportunidad”, incluso un devastador divorcio. De todos modos la escritora no es condescendiente con su género. ”Creo que las mujeres están dando mensajes contradictorios que confunden a los hombres y esa actitud, ligada a un momento de grandes soledades en las urbes, puede ser peligroso”, afirma. Más aún, grafica: “Vamos cambiando permanentemente de consignas y cuando el hombre, sea o no nuestra pareja la entiende, ya volvimos a cambiarla”.

y los jovenes?

"Adoro el sexo con mi mujer, pero la excitación que siento por un hombre me está perturbando. Sé que no soy gay, no acepto que me atraiga un hombre, pero sueño que me acuesto con él y lo peor es que siento un placer enorme. ¿Qué me pasa? Tengo miedo a destruir mi matrimonio". La confesión es de F., profesional de 34 años, que al percibir una atracción por un compañero de trabajo buscó ayuda terapéutica. Un estudio pronostica que en un futuro próximo la bisexualidad ganará las relaciones amorosas y será moneda corriente.

El testimonio de F. es relatado en el libro "La cama reb/velada. Pasado, presente y futuro del sexo y del amor" (Editorial del Nuevo Extremo). La autora, Regina Navarro Lins, es una reconocida psicoanalista y sexóloga brasileña, autora de varios libros sobre la temática y ex profesora de la Pontificia Universidade Católica do Río de Janeiro (PUC-Río); quien asegura que "el abanico de elecciones respecto del amor se amplía". La obra de la sexóloga brasileña realiza un pormenorizado análisis del amor, el matrimonio y el sexo a lo largo de la historia y las diferentes culturas. La conclusión a la que arriba es que "la satisfacción en una sola pareja queda debilitada ante la hipótesis de que es posible amar a más de un persona a la vez". El estudio habla así de una verdadera "revolución de las relaciones" donde no queda afuera una nueva forma de vincularse amorosamente entre los seres humanos. Menciona una nueva figura que gana terreno en los encuentros enamoradizos y que es el "poliamor".

En otras palabras, será aceptado cada vez con más naturalidad que los lazos de pareja no mueren en el matrimonio sino que es posible estar con más de una persona a la vez, por razones afectivos o profesionales, por ejemplo. La autora insiste en que se trata de una verdadera "revolución en las relaciones". Para darle fuerza a su aseveración recuerda cómo se ha ido ampliando el concepto de familia y que las parejas homosexuales ya son aceptadas con más naturalidad. O bien da testimonios de cuántas personas se sienten atraidas por compañeros y compañeras de trabajo y desean fervientemente mantener una relación más que laboral.

Fluidez de los deseos

En el plano sexual, una de las manifestaciones del "poliamor" es la bisexualidad. Para explicar cómo esta posibilidad crece en los vínculos entre hombres y mujeres, la brasileña menciona las investigaciones del médico norteamericano Alfred Kinsey, cuya historia la narra la película "Kinsey, el científico del sexo", interpretada por Liam Neeson y dirigida por Bill Condon. Es que Kinsey aseguraba que "la fluidez de los deseos sexuales hace que por cada heterosexual, exista por lo menos una persona que sienta en diverso grado, deseo por los dos sexos". Lo cierto es la opinión de Kinsey suma en el análisis de la brasileña y una y otra vez repite en su trabajo que "nos dirigimos hacia el fin del género sexual". Apoyada en otras investigaciones recuerda otras exploraciones que ratifican que no faltará mucho para que la identidad sexual se convierta en una característica secundaria, como lo es el tipo sanguíneo. Para la sexóloga ya no quedan dudas: los hombres y mujeres cada vez más escogerán a sus parejas no ya por el sexo sino por la compatibilidad de personalidades.



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