1/18/2009

sexo virtual. trabajo a distancia

Ellas dicen que se animan porque no hay contacto físico. Y los clientes
recurren al servicio por la misma razón. Así, desde ambos extremos se
resaltan las bondades de la seguridad y el bajo riesgo al momento de la
relación. En el medio, dos computadoras, una cámara, la autorización de
una tarjeta de crédito, y un enorme despliegue de fantasías hechas
realidad... virtual.
Menos el cruce de cuerpos, todo el resto es
real. La excitación del cliente lo es. Y el sueldo que se llevan las
chicas a fin de mes, también. Ellas pueden estar en su casa o en una
oficina. Ellos igual. Tal vez a miles de kilómetros de distancia o
incluso con un océano de por medio. Ese detalle, que no es para nada
menor, llevó a que muchas chicas vieran en este trabajo un posible
puente para estudiar. ¿Por qué? Porque se gana muy bien: hasta 4500
pesos al mes por trabajar seis horas al día.
"Buscaba un trabajo
con horarios flexibles, para seguir con mis estudios de odontología y
poder independizarme de mi familia. Y en esto se gana muy bien", dice
Gia, de 21 años. Todas estas mujeres (también hay gays y transexuales)
que trabajan para ir a la universidad o mantener a sus hijos juran que
jamás harían algo así si no fuera virtual. Ninguna piensa que esté
enredada en el negocio de la prostitución. Hablan de "un trabajo como
cualquier otro", y algunas deslizan que es como "un juego".Los
sexólogos no opinan lo mismo: "Cobrar dinero por ofrecer un servicio
sexual es una forma de prostitución", alegan. Como sea, las chicas
tienen la conciencia tranquila, y eso es lo que vale. ¿Tendrías sexo
con clientes virtuales? "¡Para nada! -se escandaliza Gia- en este
trabajo juego que estoy con ellos. Justamente lo bueno es que no hay
contacto físico".
Imposible saber dónde funcionan estas
oficinas, pero quienes están en el rubro calculan que en Buenos Aires
hay 150. Clarín estuvo en una. El edificio no es muy diferente al resto
de las construcciones que se amontonan en el microcentro. Adentro, el
silencio disimula lo que ocurre en uno de los departamentos. El pasillo
lleva a un cuarto dividido en ocho compartimentos. Cada chica trabaja
en un box cubierto de tules de colores o simil leopardo. Ese fondo es
el que ve el cliente mientras Sil, Daniela, Agustina, Tami, o quien
esté de turno, realiza sus fantasías. Cada box tiene una computadora
con camarita, que es el equipo básico para concretar el servicio. Quien
está al frente es Eduardo Dieguez. Acá la empresa se llama Red Rabbit
Studio Films, pero es una sucursal de la española YolaTranx
Producciones. "La empresa va a cumplir diez años, y en Argentina
estamos desde 2001, porque nos dimos cuenta de que los costos eran
inferiores en Buenos Aires. Hoy en día tenemos diez estudios acá, desde
donde se emite el videochat.
Contamos con unas cien personas
entre chicas, chicos y transexuales, además de la gente que trabaja en
las oficinas", explica Eduardo. Dice que muchos pagan sus estudios
universitarios con este trabajo, porque el promedio de los sueldos va
de 2000 a 3000 pesos. También cuenta que trabajan con clientes europeos
(90% españoles) que pagan 1,40 euro por minuto de conexión (unos $6,50).
En
Córdoba también hay varias de estas empresas. "Nuestros clientes son de
Europa y también de los Estados Unidos. Pueden ver a las chicas por la
computadora o por celular. Las tarifas son 3 dólares o 2 euros el
minuto. Es un muy buen negocio, nos va muy bien", dice a Clarin
Cristian Sassi, quien empezó haciendo películas porno: "Pero esto es lo
que está de moda ahora, es el negocio de hoy. Y yo le digo a los chicos
que es un buen trabajo, no es cansador, se gana bien y es muy seguro".
Como los clientes son extranjeros, las chicas tampoco temen ser
reconocidas.
Por eso, salvo raras excepciones, ninguna blanquea la
realidad ante sus familias. La fachada casi siempre es la misma:
"Trabajo en un call center". Sin aclarar. Bueno, al menos las oficinas
se parecen.

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