Fernando Peña no gustaba de actuar textos ajenos. "Mirá, si hago Shakespeare e improviso, me como un juicio en el más allá. La loca me dice: 'What did you say?'. Mi teatro es experimental, desordenado", dijo una vez. Pero hará una excepción con Diálogo de una prostituta con su cliente, de la italiana Dacia Maraini (ver recuadro) que estrena esta noche en el Metropolitan II (Corrientes 1343), acompañado por Javier de Nevares y dirigido por Marcos Videla. "Igual la adapté un poco, la tuve que toquetear porque no me aguanto. Pero realmente me pareció una propuesta interesante, los dos queremos lo mismo, aunque ella sea bastante más conservadora que yo", dice sobre la autora. La obra se estrenó en Roma en 1976, paseó por varias capitales europeas y llegó hasta San Pablo, Brasil, en 1985. Ahora, de jueves a sábados en trasnoche, con localidades desde los 45 pesos, se la verá en Buenos Aires, producida por Javier Faroni y Diego Scott. "Trata sobre una nueva sexualidad que excede a héteros, homos y transgéneros; ya no importa la sexualidad sino la historia de cada uno, el compromiso y la fantasía que te unen a tu partenaire. Lo que más aterra es la perpetuidad; uno debería poder hacer todo lo que quiera con la compatibilidad del otro. No es una orden, sino que planteo una alternativa, un por qué no", afirma el actor, que se pone en la piel de la prostituta travesti Manila. "Pero no es una travesti como Florencia de la V -aclara-. Una travesti es alguien que ejerce su pito y también puede ponerse en los zapatos de una mujer sin ponerse tetas ni dejar de ser un varón."
-Como feminista, la autora trata de señalar la responsabilidad de quien paga.
-De eso te hablo, de la responsabilidad, del hacerse cargo de lo que cada uno quiere y hace sin traicionar a nadie. Porque lo que dice la obra es que todo cliente es un pelotudo. Manila le dice al tipo: "¿Por qué estás acá y no con tu mujer?". Lo bueno sería desarrollar la versatilidad con quien amás, hacerlo todo con ese o esa a quien amás. Lo sexual es la materia prima de lo afectivo, no al revés, como dice el cristianismo.
Después de una hora diez ("un turno", dice Peña), la obra termina con Manila sola, de alguna manera también abandonada por su cliente. "¿Quién es más puta? -pregunta- ¿La mina que se pasa horas en un piringundín con medias red o el empresario que se muestra de una manera ante el mundo y después pide ser otro? Prostitutas somos todos nosotros".
En La oscuridad es música, Peña ya había trabajado con De Nevares y reconoce que se siente cómodo, que es él mismo, que puede liberarse: "Sólo con él y con Sofía Gala (trabajaron juntos en Yo, chancho y glamoroso) me sentí así; con otros, no". De todos modos, nada es definitivo ni para siempre con Peña.
-Obra ajena, dirección y producción de otros... ¿Aprendiste a delegar?
-Más o menos. No hacerme cargo de la producción es mucho más relajado; el director es un chico joven, con una cabeza muy interesante. Pero no me aguanto mucho. Tengo un unipersonal nuevo, Veinte obras no es nada, que son veinte obras en una hora reloj y espero hacer cuando termine esto. Si no hago un unipersonal, reviento.
Dacia Mariani, la autora del Diálogo
Novelista, poeta y dramaturga, hija de una aristócrata siciliana y un etnólogo especializado en Tíbet y Japón, Dacia Maraini nació en Fiesole, cerca de Florencia, en 1936. Pasó los primeros años de su vida en Japón, donde el antifascismo de los padres llevó a la familia a un campo de concentración hasta el final de la Segunda Guerra. Luego viviría en Sicilia y Roma, donde estudió y empezó a trabajar como periodista. En 1962 publicó su primera novela, La vacanza. En 1963 obtuvo el premio Formentor, otorgado por el Congreso Internacional de Editores, por su obra L´età del malessere. A fines de los 60, junto a otros artistas, creó el Teatro del Porcospino, para representar sólo obras de origen italiano. Conoció entonces al escritor Alberto Moravia, con quien convivió hasta los 70, cuando fundó el Teatro della Maddalena, dirigido sólo por mujeres. Sus obras fueron traducidas a varios idiomas; en Storia di Piera se basó el director Marco Ferreri para la película de 1983, con Hanna Schygulla y Marcello Mastroianni. En ese libro, Maraini radiografió a la actriz Piera Degli Esposti, con quien escribió más de 20 años después Piera e gli assassini.
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