10/07/2010

"La igualdad entre las mujeres y los varones nos hizo mucho daño"

Cuando uno escucha a Pilar Sordo se pregunta: “¿De qué corno me río?”. Porque esta chilena menuda, de 44 años, psicóloga sistémica, escritora y reconocida como unas de las 21 personalidades más influyentes del país trasandino puede describir con total crueldad, pero de manera muy simple, irónica y divertida, los defectos de mujeres y varones frente a la vida y al momento de relacionarse.
  Su primer libro, “¡Viva la diferencia!... y el complemento también”, fue el motivo por el que brindó una charla a sala llena el viernes pasado en Rosario. Ella plantea catorce diferencias nodales entre los sexos. Dice, por ejemplo, que las mujeres tienen mayor capacidad para retener todo, desde las cosas en la cartera hasta la memoria emocional, y que son adictas a las preguntas, a la queja y a sentirse imprescindibles. Y que ellos, los tradicionales, necesitan sentirse admirados, lo que los vuelve infieles y poco comprometidos, y tienen la mente dividida en compartimentos estancos y, por eso sólo, pueden hacer una cosa por vez.
  —Se vendieron 200 mil ejemplares de “Viva la diferencia”. ¿Está basado en una investigación?
  —Todos mis libros lo están. Este lo escribí tras realizar un trabajo con 8 mil personas fuera de Chile y con 4 mil de mi país, de 5 a 90 años y de distintos niveles sociales y económicos. Estas investigaciones pueden ser explicadas en un lenguaje cotidiano, y eso intento, porque no toda persona puede ir a una terapia o análisis.
  —¿Cómo es eso de que las mujeres somos “retentivas” y los varones “sueltan”?
  —Retenemos más líquidos, celulitis, no tiramos nada por las dudas, tenemos millones de cosas en las carteras, nos estreñimos más, tenemos una buena memoria emocional y por eso el perdón femenino no pasa por el olvido sino por trabajar el dolor que genera la herida y somos preguntonas. Ellos están más preparados para dar vuelta la página de la vida y para avanzar. Por eso fácilmente arman nuevas parejas luego de una separación: viven y olvidan. Y no cargan con las cosas de todos. Les basta con las llaves del auto, la billetera y el celular.
  —Eso nos deja muy mal paradas a las mujeres, cómo que tenemos mucha tarea por delante.
  —Para complementarse, los dos tienen tareas por delante. La mujer debe aprender a soltar y a dejar de hacer lo que le hace mal, delegar y pedir ayuda, mientras que los hombres a retener y a cuidar lo que tienen, comunicar lo que sienten y valorar los detalles.
  —Hablás de la intuición femenina, ¿existe eso?
  —Tiene que ver con nuestra estructura biológica. Nos aferramos, como los ciegos, a lo auditivo y a lo que sentimos más que a lo que vemos. Nuestros procesos no se ven: ni cuando orinamos ni cuando tenemos deseo sexual. Los hombres tiene todo a la vista y compiten con eso. Nosotras tenemos elementos de información del mundo que no poseen ellos. De allí surge la intuición como elemento de información diferente.
  —Tanto peleó la mujer por ser autónoma y a veces se siente desbordada y se queja. ¿Qué pasa?
  —El tema es lograr un equilibro, tomar del otro lo que necesito aprender. Esa es la maravilla de la complementariedad y de ser diferentes. Creo que la igualdad nos hizo mucho daño. No hablo de la equidad de oportunidades sino de la suposición de que el otro debe sentir, pensar y actuar igual que yo. Eso nos quitó individualidad, magia. El hombre deber ser masculino, pero con elementos femeninos en favor de su vía emocional. Y nosotras tenemos que ser más femeninas, pero con elementos masculinos para poder simplificarnos la vida.

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