Zapping amoroso
Los estudios antropológicos nos informan que, en la mayoría de las culturas humanas, predominan los modelos de pareja sucesiva. Sólo el catolicismo planteó la indisolubilidad del vínculo matrimonial. Pero lo que nos diferencia de estas culturas en las que también es natural separarse cuando la pareja no se lleva bien es que se trata de contextos colectivistas con fuertes lazos sociales, dotados de sistemas solidarios para la crianza de los hijos y para la provisión de bienes materiales y espirituales.
En esas culturas el que no está en pareja no se siente solo. En Occidente, cada vez son más las personas que tienen vidas plenas sin estar en pareja. Disponemos de muchas más opciones que nuestras abuelas, tanto para la relación de pareja como para otras formas de sociabilidad, y esta diversificación de posibilidades es sin duda una riqueza. No obstante, la contracara del declive del modelo social basado en el ideal de la familia y de la pareja duradera es la soledad que padecen muchas personas en las grandes ciudades, donde los ámbitos de encuentro se reducen cada vez más, los espacios públicos se convierten en corredores de vehículos y el prójimo a menudo es visto como un potencial enemigo: si un hombre se acerca a una mujer en la calle, lo primero que ella piensa no es que la va a invitar a tomar un café, sino que le puede robar. Si fuera correcta la hipótesis de que los vínculos de pareja se disuelven cada vez más rápido, habríamos pasado de un modelo de relación en el que se toleraba demasiado a otro en el que ya no se tolera casi nada. Con el zapping amoroso la pareja duraría tan poco como un trabajo, un electrodoméstico de última generación o un candidato testimonial". La mayoría de los padres, con suerte, verían a sus hijos los fines de semana. Las mujeres de más de 50 años que desearan formar pareja verían que muchos de sus potenciales candidatos las confinan al outlet , incapaces de valorar la belleza que pueden reflejar las arrugas. No debemos lamentar el ocaso del amor romántico. Nos hemos librado de un conjunto de ideas nefastas que, a las mujeres en especial, nos han taladrado el corazón y, lo que es peor, el cerebro: que existe una sola persona en el mundo destinada a satisfacernos, que si uno no cae de entrada fulminado por el rayo amoroso debe fijarse en otra persona, que el amor consiste sólo en reconocer semejanzas más que en convivir en armonía con nuestras diferencias, que una pareja que se separa es un fracaso. Si valoramos la potencialidad del inicio, cuando todo parece viable, pero aún es incierto, ¿por qué no valorar lo que ha sido pleno, aunque haya concluido? Sería de lamentar el ocaso del valor del compromiso, no el formal (instituido por el Estado o la religión), sino el que se establece entre los integrantes de una pareja como la firme voluntad de seguir junto al otro. Si bien es cierto que en los modelos tradicionales del Occidente moderno con frecuencia fue sólo la fachada de un vínculo meramente instrumental, a veces es lo único que sostiene a la pareja a la hora de enfrentar dificultades de todo tipo. Si esta situación es transitoria y luego vuelven a retomar su lugar los restantes componentes de la relación amorosa, el compromiso será un eslabón imprescindible para favorecer la continuidad de la pareja en momentos difíciles. Si, en cambio, ante los primeros conflictos de peso las relaciones humanas se resquebrajan, habremos proclamado el triunfo de un individualismo feroz, la incapacidad de reconocer nuestras semejanzas y aceptar nuestras diferencias. La lógica de la sociedad de consumo habrá conquistado finalmente nuestros corazones.
(Roxana Kreimer )
Nuevas formas relacionales.
Su insatisfacción es constante. Priorizan el deseo en un incesante peregrinaje amoroso. El fin de un matrimonio o unión para ellos no es fracaso, sino experiencia. Dicen que "el amor dura lo que tiene que durar" y juzgan su vida afectiva como un largometraje en el que se sucede una ristra de protagonistas. Esos son los rasgos comunes de los monógamos seriales (MS), la nueva tipología de relación con la que las ciencias sociales bautizaron a quienes buscan sempiternamente a su media naranja. En sus búsquedas establecen relaciones de fidelidad en la pareja, por un período determinado de tiempo, que podrá llegar a su fin sin congojas. Y tras el cual estrenarán una nueva relación, tal vez, con similar desenlace. La cuestión de fondo, observan voces autorizadas, es que el amor eterno está en peligro de extinción.Lo profetizó el sociólogo Zygmunt Bauman en Amor líquido: la perdurabilidad de los vínculos, tal como la entendieron generaciones pasadas, languidece al ritmo de un índice que, a escala global, muestra que uno de cada dos matrimonios termina en divorcio. Ocurre en la capital argentina y mejora, apenas, en el resto del país: las rupturas se dan en uno de cada tres enlaces formales, con énfasis entre los 36 y los 50 años, según relevó la jueza de familia María Virginia Bertoldi. Al margen de las uniones indisolubles, el pacto nupcial en el país tiene una duración promedio de 12 años. Y al concubinato no le va mucho mejor. Así, el zapping amoroso (también conocido como monogamia seriada o sucesiva) se instaló con fuerza en el país, cobijado en diversas formas de relación: desde la reincidencia conyugal, a las "uniones consensuales" o a la modalidad LAP ( Living Apart Together, las relaciones cama afuera). El fenómeno se da, preferentemente, en parejas separadas o divorciadas de clase media y alta, y tiene como telón de fondo la prolongación de la esperanza de vida, la autonomía de la mujer y la creencia de que los vínculos son perecederos pero renovables. Según los sexólogos, la monogamia constituye el patrón sexual preponderante en el planeta, pero dejó de ser exclusiva a una sola persona para repartirse entre muchas otras a lo largo de la vida. "Las relaciones actuales hoy se sostienen más en el deseo que en el compromiso formal y, cuando éste se extingue, para muchos el vínculo ha perdido su razón de ser", analiza Andrés Rascovsky, presidente de la Asociación Psicoanalítica Argentina. Adrián Sapetti, presidente de la Sociedad Argentina de la Sexualidad Humana, concede: "El amor se ha finalmente sincerado, ya que para mucha gente una vida sexual múltiple, aunque no necesariamente simultánea, tiene un fuerte atractivo. Lo serial es la forma que adoptan hoy las relaciones que pueden ser duraderas pero no eternas". "Tanto los matrimonios como las uniones de hecho son cada vez más frágiles e inestables", certifica Georgina Binstock, investigadora del Instituto Gino Germani. "Cada generación disuelve su primera unión en lapsos más tempranos que su generación antecesora". En el primer trimestre de 2009, 3113 parejas porteñas ya divorciadas
volvieron a casarse (uniones en segundas, terceras y cuartas nupcias), según estadísticas de la ciudad, que ubican a la reincidencia conyugal entre el 20% de los divorciados. Aunque una de cada cinco de ellas se disolvió. "En los consultorios se ve que las personas buscan una situación ideal, ergo, inexistente. La pareja es una ardua construcción que supone desilusiones, obstáculos y buenas dosis de templanza, cuidados y, sobre todo, disponibilidad, que hoy no abundan", sentencia la sexóloga Diana Resnicoff. En su visión, "la insatisfacción de las personas es permanente. No se establecen vínculos sino conexiones".
El psicólogo y sexólogo Norberto Litvinoff asegura que su consultorio se llena de casos donde uno o los miembros de la pareja ya no se sienten atraídos por el otro. "¿De qué sirve el amor eterno en estas condiciones?", se pregunta. E instruye: "Soy un gran apologista del beso en la pareja, el gran punto de contacto para la química entre dos personas y la confirmación de que la atracción sigue viva". Deja para el final el punto que estima que termina de explicar la monogamia serial cama afuera: "¡Es el consumo, estúpido! El capitalismo necesita de esa alta traslación, ya que una nueva pareja insume siempre un mayor gasto. Y el consumo, acompañado por lo nuevo, es una atractiva promesa de felicidad". Aunque no siempre se cumpla por ese mismo axioma de "hasta que el deseo nos separe". (Articulo de La Nacion)
Comentario del blogger:
iniciamos este blog fue a partir de nuestra investigacion sobre relaciones de parejas y las formas en que reformulan su relacion cuando esta parece estar el borde de la ruptura. Ahi descubrimos que el "mientras dure" (mas alla de las explicaciones sociologistas, como las precedentes) es una estrategia que les permite a las parejas vivir su relacion con la intensidad de quien sabe que no es definitiva. El miesntras dure, fuerza a renovar cotidianamente la confianza, la intimidad y la afinidad y eso puede hacer que la relacion sea fluida y - a la vez- consistente. Para que esto sea posible, encontramos que (ademas de la "sociedad de consumo") se necesita formas de dialogos muy diferentes de las que nuestros padres tenian, la conciencia de las diferencias (de genero, culturales, socioeconomicas, etc) noe s suficiente... los patrones de comunicacion de hombres y mujeres son tan diferentes que Debora Tannen hablo de "culturas diferentes" y ahi es donde mueren las explicaciones faciles (tanto las sociologicas como las psicologicas). Multirelaciones, monogamias circunstanciales, cama afuera, pueden ser vistas como formas de explorar nuevas configuraciones relacionales en un mundo que no da para formulas fast foods. Saul Fuks
Testimonios
Empresario
Se define como un monógamo serial. Se casó tres veces y tiene tres hijos, de entre 20 y 8 años, de diferentes uniones. De su última mujer, tres años menor, se divorció el año pasado y seis meses después ya estaba en pareja con Lucía, una bailarina de tango, de 29 años. "La última relación casi siempre es la más importante- confiesa-, pero no juzgo a las pasadas como una sucesión de fracasos. Al contrario, esas experiencias me guiaron hacia esta nueva que, por la diferencia de edad, creo que es la definitiva. Y si no lo es, no me preocupa, tarde o temprano la encontraré."
Estuvo casado 15 años y tiene tres hijos. Se divorció en 1992. "Antes los hombres eran mujeriegos; hoy como a nadie le sobra tiempo, sonmonógamos seriales. Por la ruptura que sufrí me convencí de que tarde o temprano el amor muere, aunque uno se afane en revivirlo", expresó. Superado el duelo, salí con decenas de mujeres, tuve al menos cinco noviazgos trascendentes, de entre uno y seis años el más longevo, con convivencia los fines de semana, o cuando alguno de los dos tenía ganas. "Todavía no encontré todo lo que espero de una relación en una sola mujer; solamente hallé fragmentos de ese ideal en cada una. Pero no renuncio a la esperanza de algún día encontrarlo", se sinceró Manuel.
Tiene una hija de 17 años de uno de los siete novios que tuvo y asegura que no le interesa para nada una relación que no tenga una intensa pasión. Los declives en sus parejas, señala, comienzan siempre igual: "Primero dejas de abrazarte, luego de besarte y después el sexo se esfuma". Ahora convive con Martín, diez años menor. Llegó a la plenitud de su sexualidad, dice, y no está dispuesta a resignarla. "Vivo el presente, me cuido mucho para seguir siendo atractiva, y si esta relación durará o no, no lo sé. Pero descarto la ilusión de seguridad", explicó. "Ya que formalizar una unión no es garantía de nada. Y mucho menos de eternidad", concluyó esta empresaria.
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