6/18/2005

Literatura marginal: Chanchadas

Silvana Castro recopiló durante cuatro años los graffitis de las paredes de los baños públicos de estaciones de tren, facultades y colegios entre otros. Todo lo que las mujeres no se animan a decir en las calles pero que escriben en los baños. Constanza Guariglia
Es verdad: las mujeres tardan en el baño. Van en grupo, charlan de lo que no pueden frente a terceros, hacen cola, retocan el maquillaje y hacen algo más: escriben. Las puertas y paredes de los baños públicos están llenas de mensajes, diálogos, deseos, inquietudes y fantasías de miles de chicas que, por alguna razón, allí
los dejan para que otra los lea. Los hacen públicos y, de esta manera, quedan publicados construyendo una forma de literatura marginal. Graffitis es una serie de cuatro libros, compilada por Silvana Castro, que recoge estos mensajes de sanitarios, los saca de ese espacio y los traslada hacia a otro soporte frente al que la pregunta no puede dejar de plantearse:
- �Por qué las mujeres escriben en los baños?
- Creo que son muchas las razones -explica Silvana Castro-. Es un espacio en el que escribo algo para compartirlo con mi par. También está la idea de ser un “aviso a la otra”. Le advierto a “ella”, no importa a quién, que estuve en la cama con tal, que estoy enamorada, que me revientan los tipos que mienten y una infinidad de otras cosas, que además necesito que queden “inscriptas”. Entonces creo que los carteles que se escriben allí funcionan a modo de escribanía popular donde puedo anotar o asentar a alguien que me pertenece. Por otro lado, voy al baño a aliviar mis “miserias”, a calmar una carga que, cuando tiro la cadena, desaparece. Lo mismo puede pasar con los graffitis. Una miseria más que descargo y que de esta manera, quizás se haga un poco más liviana.
Orígenes sanitarios
Muchas veces, las mejores ideas surgen mientras se está en el baño. Para Silvana Castro, la inspiración no sólo llegó en el baño sino gracias a él. Empleada en la Biblioteca del Congreso, encontró, en una de las tantas idas al baño, un graffiti que le llamó la atención: Este es un mensaje para mi, dentro de unos años. Hoy tenía ganas de suicidarme, de no existir más. Todavía tengo ganas. Espero que cuando vuelva a leer esto me acuerde de este día y vea que las cosas cambiaron para mal o para mejor. Yo. “No dejaba de preguntarme quién podría ser, porqué esa imposibilidad de hablar, tan rotunda, que la llevaba a escribirlo en el baño y en forma anónima”, explica Castro en su departamento de Boedo. “Las respuestas no tardaron en aparecer: desde consejos hasta insultos, y este diálogo, esta suerte de foro de discusión, comenzó a darme vueltas en la cabeza. Empecé copiando y haciendo un seguimiento de los graffitis de la biblioteca: cuáles motivaban respuestas más inmediatas, de qué tipo, cuáles se tachaban, cuáles se afirmaban. No tenía un objetivo concreto pero me parecía importante sacarlos del baño y pensar algo alrededor de eso”.
Durante cuatro años, cada vez que Silvana iba al baño, ya fuera en un bar, un boliche o una estación de tren, llevaba consigo un anotador y una birome. Por más que el recinto estuviera mugriento o mal oliente (como suele pasar con los baños públicos), las paredes estaban repletas de emociones, pasiones e interrogantes.
Confesiones de baño
Una vez decidida a hacer un libro con el relevamiento de estas inscripciones, Castro trazó un recorrido entre los baños más productivos de la ciudad. Facultades, escuelas, estaciones de servicio y de tren, bares y hospitales fueron los espacios elegidos como protagonistas de esta historia. Y los resultados no dejan de sorprender: “En la Facultad de Medicina las mujeres preguntan con que cuidarse o qué hacer si se rompió un preservativo. En la Facultad de Psicología preguntan si está mal odiar a la madre o como saber si se tiene un orgasmo o si se es lesbiana. �No es raro que, justamente en esas Facultades el ámbito para plantear estas preguntas sea el baño y la forma, anónima? �Tiene que ver la cultura, la educación de las mujeres en su formación sexual? Me parece sospechoso. En los hospitales, las puertas están llenas de pedidos a Dios. �No es extraño?”, pregunta y se pregunta Castro.
-Tengo 25 años y soy virgen. �Soy un caso raro?
–Somos dos
–Somos tres
(Facultad de Ciencias Económicas)
Anónimamente, se puede llegar a preguntar lo que ni siquiera se le preguntaría a los más íntimos. Cosas por las que muchas se sienten quizás solas y estigmatizadas. Así, sin que nadie sepa quien es, le responden otras voces anónimas que se convierten en aprobatorias y compañeras.
El graffiti como servicio
Cuando no hay lugar para la denuncia legal, está la denuncia social, el conocido escrache que no siempre se hace en forma abierta. �Cómo advertirles a mis pares de un potencial peligro? �Cómo denuncio a un tipo que jode, que engaña, que miente y está casado?
Mujeres: tengan cuidado con Jorge… tiene sida y no dice. Le gusta hacerse el novio, usen protección, sino pregúntenle a los tacheros por que es verdad.
“Es impresionante la cantidad de denuncias que hay en los baños. Puede ser cierto o no porque, como es anónimo, esta mujer puede estar vengándose pero eso tiene que ver con el crédito que se le da. Pero funciona porque luego viene otra y lo lee. Se escribe en un baño y la que pasó lo leyó y la palabra escrita funciona como testimonio. Y sobre todo, la palabra escrita para que otra la lea. Hay una cantidad de cartas que se escriben a los hombres en los baños de mujeres. Está claro que quien le escribe a alguno sos un bastardo porque transaste conmigo por calentura y me las vas a pagar, no le está escribiendo a ese hombre pero, �a quien le está escribiendo? Son las cartas que no me atreví a mandar. Cartas que le estoy escribiendo a alguna otra para que sepa que estoy mal y, el hecho de escribirlo para que otro lo lea es diferente a escribirlo en mi diario íntimo. Tiene otro status y otro poder, otra fuerza.”
Consultorio sentimental y sexual, lugar de enfrentamiento y de denuncia, momento para la reflexión o la fantasía, espacio para el ruego y el pedido. El baño de mujeres ya no es una zona reservada para los actos privados sino que se convirtió en un espacio para la discusión pública y hasta el pedido de auxilio. Un lugar vedado a los hombres en el que el universo femenino se despliega de la forma más cruda, pura, dura y solidaria.

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