La seducción y el sexo free del mundo virtual
acaban con los buenos modales amatorios del país del romanticismo: un
site logra que el sexo y los cuernos sean tan fáciles como comprar
croissants.
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Por Agnes Poirier / © The Guardian
"Cuarenta y un encuentros, treinta y nueve penetraciones", dijo un
elegante coleccionista de arte parisino cuando una periodista de la
revista Marie Claire le preguntó por sus coqueteos en Meetic,
el primer sitio de citas online de Europa. Esta compañía francesa, en
apenas seis años, ha diseminado las alas de Cupido por 17 países, entre
ellos China y Brasil; puso las citas online a disposición de los
usuarios en 12 idiomas diferentes; dice tener 22 millones de usuarios,
y es la Nº2 en el mundo, detrás de match.com
de Estados Unidos. En enero pasado, compró DatingDirect, el sitio de
citas online Nº1 de Gran Bretaña, y el Día de San Valentín anunció un
aumento en las ganancias del 70%, a 36 millones de dólares.
En
Francia solamente, 5 millones de personas, día tras día, pasan horas
preciosas chateando, coqueteando, conociéndose y copulando con
perfectos extraños. Se ha convertido en un fenómeno social de tales
características que equipos de guionistas están compitiendo por
conseguir que se filme la primera película sobre el tema. Meetic se
convirtió en un centro igualitario, visitado tanto por mujeres como por
hombres. Las encuestas y las estadísticas demostraron que Meetic es el
más "eficiente" de todos los sitios de citas online. Muchos de los
usuarios, seguramente, coincidirán.
"Meetic es el mejor. Y es
el mayor alentador del ego. Cada mañana que entro en el sitio, hay por
lo menos 30 hombres que quieren chatear conmigo y conocerme", dice una
empleada pública francesa, una mujer soltera que ya pasó los 30. Antes
de contactarla, los 30 hombres hicieron un clic en el ícono "flash"
para hacerle saber que la encuentran especialmente atractiva. Antes de
responder, ella hace un doble clic en sus perfiles: edad, foto,
educación, ingresos y estado civil.
Los elige como si fuera un
consumidor selectivo y sólo les responde a los hombres casados. "Por el
momento, estoy buscando divertirme, no busco amor. Hago una primera
preselección y envío una respuesta automatizada a los desafortunados,
por una cuestión de cortesía. En cuanto a los pocos elegidos, según su
sagacidad y sus habilidades lingüísticas, hago una lista corta de tres
candidatos y acepto conocerlos. Si me gustan, normalmente vamos directo
del café a mi departamento".
Es una simple cuestión de oferta
y demanda: candidatos preseleccionados, selección más acotada,
entrevista cara a cara, contratación inmediata, despido sin previo
aviso y listo: el ultraliberalismo conoce al romanticismo. Y, de paso,
sexo barato.
Pero quizá lo más llamativo de todo este asunto
es que Meetic opera desde Francia, supuestamente el país del
romanticismo y la galantería. Todas las películas francesas del siglo
pasado transmitían una gran idea de amor a la francesa: la mirada
penetrante, las mejillas ruborizadas, las primeras palabras, las largas
caminatas, los silencios apasionados, un marcado crescendo del deseo
alimentado por meses de seducción.
"No tengo más tiempo para
perder intentando seducir a chicas en cafés... el proceso es demasiado
largo y demasiado arduo", dice un parisino de 25 años. "Con Meetic,
suelo asestar un tanto en la primera cita. No hace mucho, cuando era
adolescente, las chicas me tenían babeándome durante semanas. Se
terminó".
Exito instantáneo, recompensa inmediata. Un hombre
de más edad se muestra menos entusiasta. "Cuando buscaba novia, me
metía en Meetic y así tuve un par de relaciones", dice. "Una
particularmente fue genial, me estaba enamorando. Hasta que una noche,
ella dijo: 'Seamos amigos, no sos lo suficientemente adinerado para
mí'. Fue un shock. Me sentí como una mercancía. Tuve que empezar
terapia".
La ironía es que el fundador de Meetic, Marc
Simoncini, insiste en que el éxito del sitio reside en que es "europeo
y latino". "La gente puede conocerse libremente en Meetic, pueden
comunicarse libremente no importa en qué lugar de Europa estén" -a
diferencia de Match.com, que hace el enlace por uno-. A los
norteamericanos los horrorizaría la idea de que gente casada esté
graciosamente "de levante", pero hacer que el adulterio y el sexo sean
tan fáciles como comprar una medialuna no debería ser necesariamente el
único regalo de Francia a las citas online.
¿El último romántico que salga de Francia podría apagar la luz, por favor?
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